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CHARLAS

“El evangelio es predicado en los oídos de todos los hombres; solo viene con poder para algunos. El poder que está en el evangelio no reside en la elocuencia del predicador, de lo contrario los hombres serían convertidores de almas. Tampoco radica en el aprendizaje del predicador; de lo contrario podría consistir en la sabiduría de los hombres. Podríamos predicar hasta que nuestras lenguas se pudrieran, hasta agotar nuestros pulmones y morir, pero nunca un alma se convertiría a menos que hubiera un poder misterioso acompañándolo: el Espíritu Santo cambiando la voluntad del hombre. ¡Oh señores! Bien podríamos predicar a los muros de piedra como predicar a la humanidad, a menos que el Espíritu Santo esté con la palabra, para darle poder para convertir el alma”.

 

—Charles Spurgeon

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